¿Te gusta el invierno? Es una época del año que puede ser muy divertida, sobre todo para los más peques que están descubriendo el mundo. Pero también trae otras cosas un poco menos agradables. Frío, tardes sin poder salir de casa, la piel más reactiva y algunas enfermedades típicas de esta estación: bronquitis, bronquiolitis y neumonías.

 

Protege la piel del bebé en invierno

Ya sabemos que los bebés tienen una piel muy delicada y que hay que cuidar a conciencia. En invierno las pieles están más reactivas, algo que se nota todavía más en el caso de las que son delicadas o tienen tendencia a la dermatitis.

En la zona del pañal, con el contacto constante con la orina y las heces, la piel puede mostrar eccemas o sarpullidos.

 

Proteger nariz y labios

La boca y la nariz siempre están expuestas a las inclemencias del invierno: que si frío, que si viento, que si el catarro con los mocos… ¡hola, irritaciones!

 

Deshacerse de los moquitos durante el resfriado

Los padres suelen bromear con aquello de que los mocos duran desde que empieza el curso hasta que llega el calorcito. ¿Tú también lo vives así? Si se acumulan, pueden producir algunos problemillas: complican la alimentación, la respiración y el descanso. Por eso es importante ayudar a los niños a eliminar la mucosidad.

Cuando comienzan a crecer resulta más fácil limpiarles los mocos, porque puedes enseñarles a sonarse y eliminarlos por sí mismos. Pero ¿qué pasa con los bebés? Nuestra recomendación es el empleo del aspirador nasal. ¿Sabes en qué consiste? Se trata de una pieza con una forma parecida a una jeringa que tiene un tubo y un embudo. En la parte central dispone de una esponjita que hace de barrera. Su uso es sencillo. Pon el embudo en tu boca, un poco de suero fisiológico en la fosa nasal y aspira. La mucosidad se extraerá mediante suave aspiración sin alterar la presión interna de los oídos y sin molestias para el bebé.

 

Mantener la humedad óptima en casa

En invierno la necesaria calefacción hace que el ambiente esté más reseco. Además, como las ventanas se abren poco, el aire se renueva menos. Esto puede hacer que proliferen microorganismos, que causan infecciones respiratorias e irritaciones de garganta. Mantener una correcta humidificación ambiental, que ayude a eliminar las secreciones y a prevenir la deshidratación, es una de las indicaciones de la Sociedad Española de Pediatría y Asociación Extrahospitalaria en época de catarros y gripes.

Para conseguirlo te recomendamos el humidificador en frío, con una autonomía para toda la noche, viene acompañado de un preciso higrómetro y ayuda a mantener un grado de humedad óptimo a través de agua nebulizada. No tendrás que preocuparte por si hace algún ruido que moleste el sueño de tu bebé, porque tiene tecnología ultrasonido muy silenciosa. Y como plus, el vapor que emite es frío, por lo que no corres el riesgo de que eleve la temperatura de la habitación. La temperatura ideal para el entorno del bebé es de unos 20º y se recomienda una humedad mínima del 50%.

 

No abrigar demasiado a tu bebé en invierno

Una de las principales preocupaciones de los padres y madres en invierno siempre es que los pequeños de la casa no pasen frío. Además, hay que reconocer que están monísimos con sus abriguitos, sus gorritos y sus manoplas diminutas. Sin embargo, no es aconsejable abrigar de manera excesiva al bebé ni mantenerle en habitaciones con la calefacción muy elevada, ya que esto le puede provocar un sobrecalentamiento corporal.

Ya que el mecanismo de termorregulación del recién nacido no está del todo desarrollado, es aconsejable controlar su temperatura corporal en la nuca y en el cuello. Otros signos como el color de piel, el sudor, las manos frías o calientes etc. podrían inducirnos a error.